Introducción: Una mirada general: ¿Qué pasó con las habilidades blandas?
Power Skills.
Hasta no hace mucho, las habilidades blandas (o soft skills) eran un complemento simpático al currículum. No garantizaban una contratación, pero sumaban puntos. En el mercado laboral chileno, esto se tradujo por años en procesos de selección altamente enfocados en los títulos, certificaciones y experiencia técnica, dejando de lado aspectos como la empatía, la capacidad de liderazgo o la comunicación interpersonal.
Sin embargo, esta mirada ha cambiado radicalmente. Hoy, esas mismas habilidades son no solo valoradas, sino consideradas críticas. Las organizaciones ya no solo buscan a alguien que “sepa hacer las cosas”, sino a personas que sepan colaborar, liderar cambios, comunicarse con claridad y adaptarse a contextos inciertos.
Este giro no es exclusivo de Chile. En todo el mundo, los grandes empleadores –desde Google hasta Unilever– coinciden en que las habilidades técnicas tienen fecha de caducidad más rápida que las humanas. Y eso nos lleva al siguiente punto, las Power Skills.
De las soft skills a las power skills: un cambio con intención
El cambio de nombre no es una moda: es un reposicionamiento conceptual. Llamarlas power skills es reconocer el poder real que tienen estas competencias para marcar la diferencia entre un buen profesional y un talento excepcional.
Mientras que el término soft implicaba debilidad, subjetividad o un valor menor, power las pone en el centro de lo que hoy las organizaciones necesitan: habilidades que generan impacto, que permiten resolver problemas complejos, que movilizan personas y que, a largo plazo, son más difíciles de automatizar que cualquier conocimiento técnico.
¿Qué detonó su aparición y crecimiento?
El gran acelerador de esta transición ha sido la transformación digital. Con la automatización, la inteligencia artificial y los modelos de trabajo híbridos o remotos, muchas tareas técnicas han dejado de ser diferenciadoras.
En su lugar, ganan relevancia competencias humanas que permiten:
- Resolver problemas sin soluciones claras.
- Gestionar equipos diversos y distribuidos.
- Comunicar con claridad en entornos virtuales.
- Adaptarse a nuevas tecnologías sin resistencia.
- Mantener la motivación y la cohesión incluso en entornos inciertos.
A esto se suma la globalización del talento: hoy, un profesional chileno puede trabajar para una empresa en Berlín, y viceversa. En ese contexto, las power skills se vuelven el lenguaje universal que permite destacar y conectar.
Soft skills vs Power Skills: ¿hay una diferencia?
Sí, aunque comparten muchas características, no son exactamente lo mismo. Las power skills no reemplazan a las soft skills, pero las evolucionan y fortalecen con un enfoque práctico y alineado a las necesidades actuales del mundo laboral.
Aquí una distinción clave:

¿Cuáles son y por qué son tan demandadas?
Según estudios de McKinsey, Deloitte y el Foro Económico Mundial, las habilidades más valoradas en la próxima década serán las llamadas “core human skills”. Estas son algunas de las habilidades más importantes:
Interpersonales
- Comunicación efectiva: Saber escuchar, resumir ideas, persuadir y adaptarse al interlocutor.
- Trabajo en equipo colaborativo: Colaborar con distintas personalidades y roles, en entornos multiculturales o híbridos.
- Empatía e inteligencia emocional: Comprender emociones propias y ajenas para generar relaciones de confianza.
Cognitivas
- Pensamiento crítico y análisis: Evaluar información y tomar decisiones complejas con criterio.
- Resolución creativa de problemas: Buscar soluciones innovadoras con los recursos disponibles.
- Adaptabilidad y resiliencia: Afrontar cambios sin perder efectividad ni bienestar personal.
Liderazgo y gestión
- Gestión del tiempo y productividad: Priorizar, organizar y enfocarse en lo que aporta valor.
- Liderazgo consciente: Influir desde la colaboración, no desde la jerarquía.
- Aprender a aprender: Desarrollar nuevas habilidades rápidamente y desaprender lo que ya no aporta.
Ejemplos en el día a día laboral
- Una jefa de proyectos TI que sabe escuchar las preocupaciones del equipo, ajustar plazos realistas y mantener la moral alta.
- Un emprendedor que lidera un equipo multicultural, adapta su producto a distintas culturas y comunica con claridad su visión.
- Un vendedor B2B que combina datos con intuición, detecta las necesidades del cliente y adapta su discurso en tiempo real.
¿Cómo podemos desarrollarlas en Chile?
Aunque tradicionalmente el sistema educativo chileno ha priorizado lo técnico, hoy existen múltiples vías para desarrollar power skills:
- Formación continua: Cursos, diplomados y certificaciones (muchos gratuitos) centrados en liderazgo, comunicación, empatía, etc.
- Feedback 360°: Evaluaciones internas que permiten identificar brechas entre cómo nos vemos y cómo nos ven.
- Mentoría y coaching: Espacios guiados para trabajar habilidades personales y de liderazgo.
- Participar en proyectos multidisciplinarios: Salir de la zona de confort para aprender a colaborar con perfiles distintos.
- Lectura y reflexión activa: Biografías, libros de liderazgo, pensamiento sistémico, etc.
- Entrenar habilidades como un músculo: Con ejercicios diarios como hablar en público, escuchar sin interrumpir, tomar decisiones rápidas, etc.
¿Y las empresas? ¿Qué rol tienen?
Las organizaciones también deben asumir un rol activo. No basta con pedir power skills: hay que promoverlas desde la cultura interna. Esto incluye:
- Diseñar procesos de selección que las evalúen realmente.
- Crear espacios psicológicamente seguros.
- Reconocer y recompensar conductas alineadas a estas habilidades.
- Formar líderes que lideren con humanidad y visión.
Conclusión: las habilidades del futuro ya están aquí
Las power skills no son una moda, son el nuevo estándar. Representan la convergencia entre lo humano y lo estratégico, entre la cabeza y el corazón. Son el verdadero motor del talento, la base de la innovación, y el diferencial más poderoso en un mundo donde la técnica ya no basta. Para los profesionales chilenos, desarrollarlas no es solo una ventaja competitiva: es una necesidad para mantenerse relevantes y crecer en un entorno que cambia cada día más rápido.
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